lunes, 28 de febrero de 2011

El niño que habla


Al hilo de la última entrada del blog, creo que es una buena recomendación para padres o maestros noveles la lectura del libro "EL NIÑO QUE HABLA. El lenguaje oral en el preescolar" de la editorial CEPE.
Es una buena introducción teórica al apasionante momento en el que los niños aprenden a hablar, junto a un amplio apartado práctico-situacional.

Este título es un viejo rockero (de los que nunca mueren), pues yo adqurí el mío a principios de los 90 por unas 1500 pelas de las de antes y he visto que se puede comprar online por algo menos de 14 €urillos. De vez en cuando sigo consultándolo.

miércoles, 23 de febrero de 2011

La tortuga china


Ser espectador de cómo un niño aprende a hablar es un lujo.
Es un proceso lo suficientemente largo como para poder disfrutarlo, pero lo suficientemente fugaz como para exigirnos atención para reparar en lo sutil.
Según Rondal (1979) se adquiere la capacidad de comprender entre los diez meses y los seis años de vida algo más de dos mil quinientas palabras - extactamente 2.562 de promedio -.

En ese frenético y desordenado almacenaje de vocabulario y frases hechas que se apilan en nuestra estructura mental durante estos años hay cabida para la genialidad, una genialidad que surge de la combinación de la inexperiencia, la impaciencia por adquirir y la imperiosa necesidad de poner en práctica lo recientemente adquirido. Son una fuente de momentos mágicos... y cómicos.

Y para muestra un botón:


Niña: -"¿Sabes profe lo que es una tortuga china?"

Profe: -"¿Una tortuga china, dices?...Pues creo que no."
Niño :-"Se dice tortuga ninja."
Profe: -"¡Ah!... Sí, sí que las conozco. Son unas tortugas que saben luchar".
Niña:-"No... no profe. Es por ejemplo...cuando te hacen cosquillas y te mueres de risa".
Profe:-"¡Ah!.... (ja,ja,ja)... Tú lo que quieres decir es tortura china...(je,je,je)".

Niña:-"Sí, eso".

Curiosidades sobre la adquisición del lenguaje

Un adulto tiene un vocabulario comprensivo que oscila entre las 20.000 y las 40.000 palabras dependiendo de factores tales como la formación o la capacidad innata entre otros. Sin embargo su capacidad productiva (en realidad reproductiva) se reduce a algo menos de la mitad. Podemos entonces afirmar que un adulto normal utiliza entre 8.500 y 17.000 palabras para comunicarse con el resto de congéneres en su vida adulta, de las cuales bastante más del 50% se adquieren en los primeros diez años (nueve en realidad, si descontamos prácticamente entero el primero donde los recursos y la energía vital están dedicados más a la supervivencia del organismo que a otra cosa). Se estima que con apenas 300 palabras un individuo se puede mover con cierta soltura en un entorno ajeno a su lengua materna, con 500 puede expresar toda acción directa y con 1500 puede expresar pensamientos complejos o elaborados.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española tiene un total de algo más de100.000 entradas, sin embargo no se puede afirmar que sea la totalidad de palabras que posee el castellano, ya que no incluye aquellas que ha caído en desuso, ni los regionalismos y tampoco incluye derivados como los diminutivos. Si sumaramos todos estos la cifra superaría ampliamente las 300.000 palabras.

P.D La tortuga china de caparazón blando existe... Cosas que aprende uno gracias a bloguear y a google.

jueves, 17 de febrero de 2011

Límites, el principio de todo.



Decálogo para formar un delincuente

En la educación de los hijos la imposición de límites es necesaria. Más que necesaria es imperativa, es el comienzo de todo.
Si esta no siempre fácil tarea la eluden padres (sobre todo) o profesores, (en mucha menor medida) serán policía y justicia las que asuman tal responsabilidad en un futuro más cercano que lejano. Si ese momento llega supone el naufragio del proceso educativo, la peor de las derrotas de los que nos dedicamos a esto de educar a las generaciones de nuestro relevo... Y lo peor de todo: nadie nos podrá quitar el amargo sabor de haber llegado demasiado tarde a un lugar donde nos esperaban.

Hace ya bastante tiempo y al hilo de lo que nos ocupa, que el conocido juez de menores de Granada D. Emilio Calatayud Pérez difunde un decálogo para padres que resulta doloroso por su verdad. Da que pensar.

Si lo que quiere es conseguir un perfeco delincuente en casa, sólo tiene que seguir los consejos del siguiente decálogo:
  1. Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
  2. No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
  3. Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.
  4. No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.
  5. Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
  6. Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
  7. Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.
  8. Déle todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.
  9. Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
  10. Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.

jueves, 10 de febrero de 2011

Visionarios


La mirada del visionario: agacha la vista para ver el suelo que pisa, al tiempo que levanta su mente al lugar al que se dirige.

Hace unos meses me llevé una grata sorpresa en casa. Entre ropas viejas, al fondo de un armario, apareció una caja donde mi padre guardaba tres regalos de los que le hice en mi infancia para el Día del Padre. Se trata de un pisapapeles decorado con témpera verde y semillas de melón, de una amarillenta cartulina con una poesía escrita de mi puño y letra y un... .... ¡un cenicero de barro!

En la actualidad y aunque los papás de hoy fumen igual o más que los de antaño, es inimaginable proyectar un regalo así. El pensamiento colectivo y extendido dicta la incorrección de un presente de esa naturaleza, a pesar de no hacer tanto tiempo desde que una maestra no imaginara lo alejada que estaba de los valores que llegaban. ¿Qué son treinta años en la historia de la humanidad? Nada y un mundo; a la vista está.

No se me pasa por la cabeza ni por un segundo hacer ni el más mínimo reproche a mi maestra de aquellos años (faltaría más), pero no puedo evitar pensar en ello: ¿Dentro de treinta años cuando mis pequeños alumnos abran la caja de sus recuerdos y esquemas mentales relacionados conmigo y mi labor, qué se encontrarán? ¿Les abré dejado una colección de fósiles anacrónicos e inútiles en el mundo de adultos que les tocará vivir?... Probablemente sí, pero sinceramente espero y deseo que al lado de los ceniceros (testigos de mi falta de pre-visión e intuición) se encuentren también otros tantos objetos luminosos,vivos, útiles y liberadores.

Los maestros debemos pararnos a pensar en clave futura y no temer a jugar a ser visionarios. Educamos para hoy tanto como para mañana; un mañana lo suficientemente lejano como para no pertenecernos del todo, pero del que tenemos la obligación de adivinar sus entresijos, los pilares que lo cimentarán: y es que construimos una catedral que nuestros ojos apenas verán.
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