domingo, 4 de enero de 2015

RESPUESTAS EN TODAS PARTES

Igual de que cada día estoy más convencido de que la Naturaleza esconde todos los remedios para sanar al Hombre (sobre todo de un modo preventivo), estoy cada vez más convecido de que la observación abierta por carente de filtros preconcebidos, activa por dejar buena parte de las conclusiones más jugosas a la reflexión y profunda por encerrar misterios no alcanzables al primer vistazo es el mejor camino para entender con letras mayúsculas el enjambre de conexiones, subrrogaciones, miedos y dudas que nos asaltan al común de los mortales.

Dicho de otra manera y conocedor de que servidor no está descubriendo hoy la gaseosa : la propia vida y todo lo que en ella ocurre es la mejor maestra del ser humano, revirtiendo en la correcta acción e inversión de este último sobre ella misma.Sabiduría al cuadrado, sabiduría exponencial. Eso es perfección.
Harina de otro costal es que el actor secundario invitado a esta fuente de conocimiento y beneficio mútuo acepte la invitación a tan suculeta guía vital, pero es objeto de otro debate.

A lo que vamos. Anoche tuve el gran placer de cenar con unos amigos, maestros también, y cómo no podía ser de otra manera después de tocar varios temas acabamos hablando de niños, escuela, familia y educación. Sobre el tapete salió una idea ya vieja pero no por ello poco interesante: el papel de la motivación en los niños de hoy. A pesar de todo lo debatido ayer por maestros bien experimentados, la respuesta más completa me la ha dado hoy la vida con un simple destello de ella misma....

Once de la mañana. Luce un agradable sol en la ciudad y salgo a comprar el periódico. Hace tan bueno que decido sentarme en un parque a leer buena parte de lo que llevo bajo el brazo. Dos niños juegan divertidos con sus motos, uno de ellos estrena máquina. La tracción de las mismas depende de sus piernas y el mayor  (calculo yo que algo más de un año)  gana una y otra vez las mini carreras que se autogestionan. Está claro que la diversión puede sobre el sentimiento de competitividad porque el más pequeño no hace ni media mueca; es más no pierde ni por un momento la sonrisa. Y de repente sucede.

-¡Mira tu padre viene por allí! (A lo lejos, al final del parque veo llegar una figura con lo que sin duda es el pan).
-¡Ah sí!- Dice con una sonrisa de oreja a oreja y cierto alboroto.
-Venga, carrera hasta él. Preparados, listos.....¡Ya!- Propone el otro chaval.

¿Adivinan quién ganó esta vez la carrera?- Sobradamente el más pequeñuelo.

Creo que hay mucha lección y matices para extraer. La vida dando lecciones sin retórica sobre ella misma.


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