martes, 12 de julio de 2011

¡Corre Forrest, corre!


Cuando ví la genial película hace unos años creí entenderlo pero no lo hice. O mejor dicho, lo entendí pero no en toda su magnitud. Lo cierto es que hay una pequeña parte de huida (todos la necesitamos en ocasiones y preferiblemente hacia delante), pero es ínfima créeme, lo gordo es lo que sigue.

Esta mañana me ha vuelto a pasar: después de algo más de una hora de carrera contínua y mientras el crono me avisaba insistentemente de que el entrenamiento había acabado, yo no habría parado nunca; nunca. Hubiera continuado hasta la extenuación si esta tuviera que llegar.
Me encontraba en un punto que para los que no han practicado nunca este deporte es difícil de entender. Ese punto es un lugar interior en el que no existe ni la fatiga ni el dolor, y donde el cuerpo empieza en el cogote y termina en la frente. Pies, piernas, tronco y extremidades se desdibujan del sistema nervioso mostrándose inexistente para este último. Creo que es la sensación más cercana a levitar que el ser humano es capaz de experimentar: el paisaje que te rodea desfila y parece que tus piernas nada tengan que ver en este baile.
Y es que no en vano se acababa de destapar con un mudo estallido la cajita ubicada en el cerebro que las guardaba con celo hasta la hora precisa de la recompensa...Las endorfinas volvían a recorrer mis entrañas para aliviarme, para engañarme, para hacerme sentir invencible, incombustible, casi titánico. Sin duda tan lejos de la realidad como gratificante. Muy gratificante. Lo mejor de todo es que el engaño dura mucho tiempo despues de los estiramientos, del baño de sol y de la ducha que preceden a la carrera... Yo diría que hasta la siguiente sesión.

Me pregunto porque no se cuenta esto en los institutos. Todo adolescente deberia de saber que su cuerpo es capaz de generar una droga eficaz, inócua y de larga duración, capaz de de mantener un estado de bienestar general sostenido en el tiempo, sin tener que hacer frente al pago de peajes tales como la resaca, el debilitamiento y envejecimiento prematuro de sus celulas o la enfermedad a corto,medio o largo plazo.

Activar las endorfinas en vacaciones son mi mejor propuesta para maestros y maestras en este tiempo estival. Son un perfecto antídoto para la depresión, aumentan la autoestima y proporcionan un estado anímico óptimo para una introspección positiva, constructiva y reparadora del individuo después de tantos meses de una labor de desgaste. Además, son gratis. ¿Te animas?

¡Recuerda!... Antes de iniciar una actividad física exigente en cuanto a esfuerzo y/o resistencia de visitar a tu médico para que te dé el visto bueno. No descuides tampoco las revisiones ;)-

1 comentario:

  1. Hola Forrest...jejeje cuando quieras compartimos en plan tranqui una sesión de carrera para activar endorfinas.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...