viernes, 11 de noviembre de 2011

La clase de spinning


Días atrás he podido comprobar (empíricamente...que es mucho decir en temas como estos) algo que todos intuimos. Es nada más y nada menos que la devastadora importancia que tiene la actitud-motivación de un profesor o maestro o de cualquiera al que se le supone estar al frente de un grupo.

Al menos una vez por semana hago lo que ahora llaman bike indoor (perdonadme la frivolité pero es que estos neo eufemismos me vuelven loco :D). Y resulta, que el otro día no habían pasado ni cinco minutos de clase cuando detecté la falta de ganas de la monitora (todos tenemos nuestros días y no quiero que suene a reproche porque no lo es). Sin embargo, servidor llegaba enchufado y con ganas de marcha... con ganas de quedar roto al final de los 45 minutos. Solución adoptada... Decidí poner toda la carne en el asador doblando cadencias y aumentando resistencia mucho más de lo indicado. Al final de la sesión todo parecía haber ido mejor que bien; mi sensación de fatiga era parecida a otras sesiones de las denominadas "cañeras" y mi sudoración no inferior a otras muchas experiencias... Pero una sorpresa me aguardaba...Al consultar el resumen de trabajo en mi pulsómetro, pude comprobar parámetro por parámetro cómo las cifras estaban bastante por debajo de mi media habitual. Increíble. No podía dar crédito. Mi cuerpo se sentía fatigado y creía haber trabajado como de costumbre pero no. La fría objetividad de los números de una computadora desmentían la sensación.

Una vez en casa y con algo de distancia sobre la clase de spining de aquella tarde, las enseñanzas fueron dos. La primera evidente: la importancia de quién está al frente de un proyecto, llámese clase. Si el profe no está, el rendimiento de los alumnos está condenado a ser mermado. Y ello con el agravante de que el consumo de energía por parte del educando se mantiene. A idéntico esfuerzo menor recompensa. Si lo pensamos en frío es terrorífico para los que nos dedicamos a esto de enseñar.
Y la segunda enseñanza es que demostraciones como éstas no hacen más que dar otro argumento en favor del aprendizaje cooperativo. Repartir la responsabilidad del proceso A-P entre los miembros del aula es un seguro; una constante que puede equilibrar las miserias del ser humano consiguiendo un torrente de energía relacional-educativa más o menos constante y a salvo de los baches anímicos de toda vida humana.

Nunca sabrá la monitora de spinning lo agradecido que le estaré de por vida por su mala tarde.

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