
Hijo, tú haz lo que te digo pero no lo que hago.
Estos días nos ocupa en clase la calle y el otoño como centros de interés preferentes (Sí, como ves la originalidad nos embarga :D). Y esta mañana ha vuelto a pasar, sí, ha vuelto a pasar porque he oído lo mismo unas tres o cuatro veces a lo largo de mi labor docente.
Os situo: el semáforo y su función han ocupado la asamblea. Aquí transcribo lo acontecido:
-Profe: ¿Alguien sabe que es esto?
-Niños: Síiiii, un semáforo.
-Profe: ¿Dónde lo encontramos?
-Niños: En la calleeeeee...
-Profe: ¿Tenemos semáforos en casa?
-Niños (después de silencio): Nooooooo
-Profe: ¿Y eso?
-Niño: Es muy grande.
-Profe: Vale, es un buen motivo. Y... porque no sirve para nada, ¿no? (alguno ne se queda muy convencido pero tira)
-Profe: ¿Alguien sabe los tres colores del semáforo?
-Niños en desorden acaban por nombrar los tres colores.
-Profe: Bien. ¿Si el semáforo está en verde qué tenemos que hacer?
-Bastantes niños: Pasaaaar.
-Profe. Muy bien. ¿Y si está en rojo?
-Bastantes niños: Pararseeeee...
-Profe: Muy bien también. ¿Y si está en amarillo?
-Silencio... ... ... ... ... ...
-Niño: Correr más deprisa. /La criatura tiene 3 años/
¿Cómo se te queda el cuerpo?... :D. Al profe le toca retomar el tema y explicar como puede que lo que hacen papá o mamá no está del todo bien y que el "ambar" está para otra cosa...
A mí me ha hecho gracia (una vez más) pero no estoy tan seguro de que a la DGT le haga tanta gastando la pasta que se gastan en campañas publicitarias.
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