miércoles, 9 de octubre de 2013

La caja de cartón




Cuentan de mi infancia que unas Navidades me regalaron un camión remolque de juguete que por aquel entonces era, por lo visto, lo más de lo más. Cuatro mil pelazas de las de antes costó el caprichito de mi padre, porque a estas alturas de la vida uno ya sabe de qué va la vaina ;)  . Debía de ser más para él que para mí.

Ante tales expectativas, los dos primerizos se prepararon para el acontecimiento con posición privilegiada y cámara en mano. Todo parecía ir según el guión: despertar inquieto, agitación ante el árbol y... ... Quizás la primera sorpresa fue comprobar cómo dejaba el monstruoso paquete para el final.

-" Será que se deja lo mejor para el final". Justificó mi madre como suelen hacer todas las madres del mundo. -"Ya verás ya, cuando lo abra".

Y lo abrí. Dicen que miré durante unos segundos el flamante remolque. Me mostré dubitativo; y al cabo de unos segundos me puse a jugar con la caja del camión como si fuera un camión en vez de con EL camión. Lo más curioso del asunto es que, según cuentan, el juego continuó en esos términos días y días después. Que estando la caja mugrienta no había manera de deshacerse de ella... y que el camión jamás lo elegí para jugar. Ni una sola vez.

Creo que sólo los ojos de un niño pueden ver todas las posibilidades de una caja de cartón.
El video es precioso.

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