miércoles, 15 de julio de 2009

CORREDOR DE FONDO


La vida es una carrera de fondo

Las antiguas civilizaciones ya lo sabían: una exclente manera de transmitir mensajes o conocimentos es mediante la narración de relatos más o menos cortos o parábolas.
La que sigue es una breve historia que nace de una vivencia muy reciente, que realmente me ha enseñado algo y que no quiero que se me olvide. Me apetecía mucho compartirla y por eso le he dado esta forma. Ahí va.

Los corredores de fondo pasan meses preparando una prueba o su calendario de carreras. La ilusión y la entrega en la fase preparatoria suelen ser máximas. Como todo en la vida, al final el día para el que te has estado preparando llega. Te levantas, haces tu rutina y le dedicas tiempo a la preparación mental, estiras con cuidado, calientas suavemente y cuando te das cuenta ya estás corriendo... Poco importa tu posición, lo importante es ir comiendo kilómetros y eso haces con la disciplina que te te has impuesto. Las medias maratones constan de 21 km, los primeros 3 o 4 son para que adaptes ritmo y respiración a como tienes el día , en los 14 o 15 siguientes te encuentras fuerte y das lo que crees es lo mejor de tí... Pero cuando abordas el km 18 o 19 aparece una vocecita dentro de tí que te dice....
-"¿Qué estás haciendo aquí?"
-"¿Realmente te merece la pena todo este esfuerzo?"
-"Ya no puedes más, para y descansa...total esto no te lleva a ningún sitio".
Y si la cosa está realmente chunga la vocecita se atreve incluso a preguntarte :

-" ¿Quién eres tú?" -"Hacia dónde vas?" -"Déjalo, no serás nunca nadie en esto"... ...

Al final, al corredor solo le quedan dos posibilidades: optar por seguir coriendo, y ahora sí, dar realmente lo mejor de uno mismo, echar el resto y completar la prueba en la adversidad o parar.
Cuando cruzas la meta (poco importa que sea el primero o el último) la sensación es siempre la misma: inmensa satisfacción de meta alcanzada, vello de punta que levanta acta de la mejor de las competiciones: superarse a uno mismo.

Curiosamente, comentado esto con un amigo que corre maratones (42 km), me confesó que las mismas preguntas, la misma debilidad le asaltaba a él a partir del km. 35 más o menos. Y juntos llegamos a conclusiones interesantes: el Diablo siempre tienta cuando estás cerca del objetivo, pero lo suficientemente lejos como para exigirte tu propia superación. El Diablo sigue siendo igual de inteligente que en la noche de los tiempos: espera a asaltarte cuando más débil te encuentras.
Y quizás, la enseñanza más importante de todo esto sea que cuando la cabeza se vuelva loca, te haga preguntas tan incómodas que parece que te fuerce a anbandonar una meta... sigue corriendo, no pares, estás mucho más cerca de conseguirla que lo que tus ojos alcanzan a ver.

2 comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...