martes, 17 de noviembre de 2009

Si tres son multitud... ¿veinticinco qué son?


Historias de la ratio y otras dolencias crónicas

El otoño trae consigo un daño colateral en la escuela: el primer frío deja en boxes a muchos pequeñuelos.
La semana pasada fue especialmente dramática en ese sentido, y tuve una media de ocho ausencias diarias, llegando a once en un mismo día.
Que nadie piense que me alegré por ello, porque el día que eso me suceda, significará que estoy al final de mi carrera profesional aunque me falten veinte años para jubilarme oficialmente.

Sin embargo, pude experimentar qué diferente se trabaja cuando se tiene un número razonable de chicos y chicas de 3 añitos en clase. Es una cuestión objetiva, de números puros y duros.
Si queremos que nuestra asistencia educativa sea realmente personalizada y atenta a cada necesidad, no se deberían configurar aulas de más de 18 niños en educación infantil 3,4 y 5 años.
Eso supone un esfuerzo económico de verdad, que al parecer ni las Administraciones públicas ni las Directivas privadas están dispuestas a hacer.
Al final, como casi todos los problemas de este mundo, se reduce a un origen tan primitivo como es el vil metal.

Este año (creo que toca) no podré evitar dibujar una sonrisa entre compasiva y cínica cuando los medios de comunicación vuelvan a hacerse eco de nuestra ridícula y preocupante situación en el informe PISA(Programme for International Student Assessment) . Instalados en un eterno Día de la Marmota educativa, iluminatis de turno y políticos de cabecera volverán a desplegar recetas y recetillas en forma de reformas legales y análisis que poco o nada adelantarán, porque nadie es capaz de ponerle el cascabel al gato; o mejor dicho, nadie tiene el valor y el arrojo de dejar de gastar en pólvoras para reyes e invertir en lo realmente importante... aunque sea a largo plazo, poco vistoso y a disgusto de la patulea vividora profesional que vería su porción de pastel apreciablamente reducida.

Muchos, muchísimos colegios están inmersos en procesos de adquisición de sellos acreditativos de calidad (que no lo veo nada mal dicho sea de paso). En mi opinión, la calidad educativa empieza en algo muy sencillo y objetivamente valorable: el número de alumnos/as por profesor/a. Se puede decir más alto pero no más claro.

El dibujo de cabecera pertenece a Daniel Sponton que tiene un BLOG digno de visitar. Sé que os gustará a muchos de vosotros.

¡Ah!...por cierto, tampoco vale entretener y despistar al personal con el grito de ... ¡Portátiles para todos!... A veces me dan ganas de esconderme debajo de la tierra.

2 comentarios:

  1. Comprobado! La educación sería mucho más beneficiosa si en clase tuviéramos menos niños pero como eso es prácticamente imposible... por lo menos si ampliasen el personal de apoyo.

    ResponderEliminar
  2. Nada es imposible. Solo hacen falta dos ingredientes: compromiso y ganas (de la de verdad). Si el dinero no está para esto, no se me ocurre nada mejor en qué gastarlo. Saludos y gracias por participar.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...